November 24th, 2025
by Andres Peña
by Andres Peña

Somos las Manos y los Pies:
El Llamado a Ser el Cuerpo de Cristo en Acción
En un mundo que constantemente nos invita a enfocarnos en nosotros mismos, existe un llamado más profundo que resuena desde el corazón del Evangelio: ser las manos y los pies de Cristo en la tierra. No se trata simplemente de una metáfora poética, sino de una verdad orgánica y vital que define nuestra identidad como creyentes.
Más que una Expresión: Una Realidad Orgánica
La Biblia nos enseña en 1 Corintios 12:12-13 que "nuestro cuerpo tiene muchas partes, pero todas esas partes forman un solo cuerpo. Lo mismo sucede con Cristo." No somos simplemente un grupo de personas que comparten creencias similares; somos un organismo vivo, conectado por el mismo Espíritu Santo que nos mantiene cohesionados.
Esta verdad es profunda: así como el cuerpo humano lleva una vida por dentro, el cuerpo de Cristo porta la vida misma de Jesús. Cuando comprendemos esto, nuestra perspectiva sobre el servicio y la misión cambia radicalmente. Ya no estamos haciendo "buenas obras" como simple altruismo humano; estamos permitiendo que la vida de Cristo fluya a través de nosotros hacia un mundo necesitado.
Esta verdad es profunda: así como el cuerpo humano lleva una vida por dentro, el cuerpo de Cristo porta la vida misma de Jesús. Cuando comprendemos esto, nuestra perspectiva sobre el servicio y la misión cambia radicalmente. Ya no estamos haciendo "buenas obras" como simple altruismo humano; estamos permitiendo que la vida de Cristo fluya a través de nosotros hacia un mundo necesitado.
El Desafío de las Células que Deciden
Existe una analogía fascinante en la biología celular que ilumina nuestra responsabilidad espiritual. En nuestro cuerpo, todas las células deben tomar decisiones: decidir si serán parte del ojo, del pie, del intestino o de cualquier otro órgano. Las células sanas toman decisiones y actúan conforme a ellas. Las células que nunca deciden qué ser, que permanecen inactivas y sin propósito, se convierten en cáncer.
Esta imagen es poderosa y desafiante. Como miembros del cuerpo de Cristo, también debemos tomar decisiones. No podemos permanecer estáticos, esperando que las cosas sucedan. El llamado apostólico sobre nuestras vidas demanda acción, movimiento, compromiso. Cada uno de nosotros tiene una función vital dentro del Reino, y cuando nos negamos a cumplirla, no solo nos perjudicamos a nosotros mismos, sino al cuerpo completo.
Esta imagen es poderosa y desafiante. Como miembros del cuerpo de Cristo, también debemos tomar decisiones. No podemos permanecer estáticos, esperando que las cosas sucedan. El llamado apostólico sobre nuestras vidas demanda acción, movimiento, compromiso. Cada uno de nosotros tiene una función vital dentro del Reino, y cuando nos negamos a cumplirla, no solo nos perjudicamos a nosotros mismos, sino al cuerpo completo.
El Amor que Tiene Rostro
Primera de Juan 3:17-18 nos confronta con una pregunta incómoda: "Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad."
El amor verdadero no es abstracto ni teórico. Tiene forma, tiene rostro, tiene manos que abrazan y pies que caminan hacia el necesitado. Cuando extendemos nuestras manos para servir, cuando movemos nuestros pies para alcanzar al olvidado, estamos dando cuerpo al amor de Dios. Estamos haciendo visible lo invisible.
Esta es una verdad que trasciende las palabras bonitas y los sentimientos cálidos. El amor de Cristo se demuestra en la acción concreta: el mercado entregado a una familia en necesidad, el abrazo dado a un niño enfermo, la visita al hospital, el tiempo invertido en enseñar a quien no puede aprender solo.
El amor verdadero no es abstracto ni teórico. Tiene forma, tiene rostro, tiene manos que abrazan y pies que caminan hacia el necesitado. Cuando extendemos nuestras manos para servir, cuando movemos nuestros pies para alcanzar al olvidado, estamos dando cuerpo al amor de Dios. Estamos haciendo visible lo invisible.
Esta es una verdad que trasciende las palabras bonitas y los sentimientos cálidos. El amor de Cristo se demuestra en la acción concreta: el mercado entregado a una familia en necesidad, el abrazo dado a un niño enfermo, la visita al hospital, el tiempo invertido en enseñar a quien no puede aprender solo.
La Revelación de Mateo 25
Quizá uno de los pasajes más conmovedores sobre este tema se encuentra en Mateo 25:34-40, donde Jesús describe el juicio final. El Rey dice a los justos: "Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido... Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me dieron alojamiento..."
Cuando los justos preguntan cuándo hicieron todo eso por Él, Jesús responde con palabras que deberían grabarse en nuestros corazones: "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún por el más pequeño, lo hicieron por mí."
Esta verdad es transformadora. Cuando servimos al necesitado, no estamos simplemente ayudando a un ser humano en dificultades; estamos sirviendo a Cristo mismo. El enfermo en el hospital es Jesús. El niño en el orfanato es Jesús. La familia desplazada que necesita un mercado es Jesús. Cuando comprendemos este secreto, todo cambia.
Cuando los justos preguntan cuándo hicieron todo eso por Él, Jesús responde con palabras que deberían grabarse en nuestros corazones: "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún por el más pequeño, lo hicieron por mí."
Esta verdad es transformadora. Cuando servimos al necesitado, no estamos simplemente ayudando a un ser humano en dificultades; estamos sirviendo a Cristo mismo. El enfermo en el hospital es Jesús. El niño en el orfanato es Jesús. La familia desplazada que necesita un mercado es Jesús. Cuando comprendemos este secreto, todo cambia.
Las Señales Siguen a los que Van
Existe un principio espiritual profundo que muchos pasan por alto: las señales de la presencia y el poder de Dios siguen a aquellos que van. Si tu vida espiritual se siente estancada, si pareces estar en un desierto, si lo sobrenatural parece ausente, quizá la respuesta está en el movimiento.
No podemos dar de lo que no tenemos, pero cuando salimos, cuando nos movemos hacia los lugares de necesidad, cuando extendemos nuestras manos para tocar a otros, experimentamos el poder de Dios de maneras que nunca imaginamos. Hay testimonios hermosos de niños orando por otros niños enfermos y viendo sanidades. Hay historias de personas que recibieron un simple gesto de amor y encontraron esperanza en medio de la desesperación.
El poder de Dios se activa en el movimiento, en la obediencia, en el acto de fe de salir de nuestra comodidad para alcanzar al que sufre.
No podemos dar de lo que no tenemos, pero cuando salimos, cuando nos movemos hacia los lugares de necesidad, cuando extendemos nuestras manos para tocar a otros, experimentamos el poder de Dios de maneras que nunca imaginamos. Hay testimonios hermosos de niños orando por otros niños enfermos y viendo sanidades. Hay historias de personas que recibieron un simple gesto de amor y encontraron esperanza en medio de la desesperación.
El poder de Dios se activa en el movimiento, en la obediencia, en el acto de fe de salir de nuestra comodidad para alcanzar al que sufre.
El Desafío Práctico
La reflexión debe llevarnos a la acción. No basta con sentirnos conmovidos por las necesidades; debemos responder. Cada uno tiene algo que ofrecer: tiempo, recursos, habilidades profesionales, simplemente presencia y compañía.
El cuerpo de Cristo es generoso cuando se enfrenta a necesidades grandes e inmediatas, pero el desafío es mantener esa generosidad de manera constante y sistemática. No se trata de acciones heroicas esporádicas, sino de un estilo de vida donde el servicio al necesitado es parte de nuestra identidad.
El cuerpo de Cristo es generoso cuando se enfrenta a necesidades grandes e inmediatas, pero el desafío es mantener esa generosidad de manera constante y sistemática. No se trata de acciones heroicas esporádicas, sino de un estilo de vida donde el servicio al necesitado es parte de nuestra identidad.
Conclusión: Portadores de Vida
Somos portadores de la vida de Cristo. Esta es nuestra identidad más profunda. Nuestras manos pueden abrazar, alcanzar, tocar y sanar. Nuestros pies pueden ir, anunciar, buscar y alcanzar a los necesitados. Cuando comprendemos que servir a nuestros hermanos es servir a Cristo mismo, todo cobra un significado eterno.
El llamado está delante de nosotros.
La pregunta no es si Dios puede hacer la obra sin nosotros, la pregunta es si nosotros queremos participar en el privilegio de ser sus manos y sus pies
Recent
Archive
2025
2024
December

No Comments